sábado, 20 de agosto de 2011

La jirafa Che nació en el zoo y ahora ha sido madre en Bioparc

Tarzán era casi tan famoso en Valencia como Kempes. Tarzán no metía goles, ni salía en la tele, ni siquiera firmaba autógrafos, pero en Valencia lo conocía todo el mundo. Tarzán era un chimpancé y fue uno de los pocos más de 20 animales que había en el zoo el día que abrió sus puertas, la tarde del 10 de junio de 1965.
Tarzán ya es historia. Como el viejo zoológico de Viveros, a cargas con el cartel de provisional durante 42 años, hasta que el Bioparc comenzó a tomar forma en el parque de Cabecera. Tarzán nació en la Guinea Española y con tres años llegó a Valencia, donde se convirtió en el rey del zoo. Fue uno de sus fundadores, como Noia, la leona de ojos color ámbar que llegó siendo un cachorro y murió a los 16 años.
El más longevo de los 22 animales que dieron cuerpo al zoo cuando abrió en 1965 fue Tarzán. Durante 38 años gastó fama de pillín, pues fue un mono de inusitada astucia. Los miles y miles de valencianos que fueron a verle en Viveros conocieron a un chimpancé capaz de ingeniar cualquier argucia para conseguir plátanos o golosinas. Tarzán se acercaba a las rejas, ponía cara de bueno y en cuanto el mirón se descuidaba le había birlado las llaves, el mechero o lo primero que hubiera visto. La única forma de recuperar el objeto era dándole un plátano. Tarzán no tuvo descendencia. Era misógino. Y así murió el 11 de septiembre de 2000.
Cinco años antes, el 5 de septiembre de 1995, nació en el zoo Che, una de las nueve crías de jirafa que tuvo la pareja formada por Aforro, que llegó desde un circo en 1980, y Estalvia, proveniente del zoo de Barcelona en 1976. Che y su hermana Danalta vivieron el traslado al Bioparc. El resto fueron destinadas al zoo de Madrid, Elche o Estepona.
Che y Danalta son dos de los 16 animales que llegaron al Bioparc desde el antiguo zoológico de Valencia. Todos, especies variopintas como son la jirafa, el rinoceronte, el cobo, el chimpancé, el león, el avestruz, la grulla o el flamenco, vivieron el cierre en los Jardines del Real el 31 de julio de 2007 y estuvieron en la inauguración, ya en el parque de Cabecera, el 27 de febrero de 2008.
Esta saga de jirafas valencianas acaba de añadir un eslabón. Che fue madre hace unas semanas y ya hace días que pasea por la sabana del Bioparc junto a su cría, una pequeña jirafa que espera a que los valencianos decidan su nombre a través de Facebook. La nieta de Aforro y Estalvia no tiene ni idea de las condiciones en las que tuvieron que vivir su madre y sus abuelos.
El antiguo zoo no llegaba a las ocho hectáreas y cerró con unos cien mamíferos y otras tantas aves. Su promotor y director fue Ignacio Docavo, un madrileño que se mudó con 14 años a a Valencia, donde se convirtió en catedrático de Biología y donde cumplió su sueño de abrir un zoo. Docavo creó el parque con algunas donaciones y los animales del circo Ivanoff, donde actuaban los Piloña, una saga de domadores valencianos que se pusieron el nombre artístico de Ivanoff.
Uno de ellos, Guillermo Piloña, dejó el circo después de ser atacado por un león en Murcia y acabó como cuidador de las fieras en el zoo. Eran los tiempos de Igor, Fedra, Katiuska y Ketty, un macho y tres hembras de león. Muchos de estos trabajadores estaban a las órdenes de Manolo Aradilla, que fue el cuidador-jefe muchos años. Durante ese tiempo vivió de todo, como el hábito incorregible de Tito, otro exdomador que tenía la costumbre de meterse en la jaula de los leones, causando gran estupor entre los visitantes del zoo. Tito acabó siendo expulsado.
Aradilla, ya jubilado, asistió a la inauguración del Bioparc. Allí se emocionó. Los poco más de 7.000 metros cuadrados -1.500 en sus orígenes- se quedaron atrás para que los animales camparan por los más de 100.000 metros cuadrados que tiene el Bioparc. Las condiciones son incomparables, aunque el ambiente casero de Viveros, instalado en la memoria de varias generaciones de valencianos, se ha perdido. Aquellos fueron años de donaciones. Como Noi, el elefante africano que regaló Dalí, la pareja de lobos obsequio de Félix Rodríguez de la Fuente, o, en los orígenes, la jirafa Turita, auspiciada por Cervezas Turia y apadrinada por Raphael. Y hasta el origen de la saga de jirafas, Aforro y Estalvia, un regalo de la Caja de Ahorros. Más soprendente fue el hallazgo de un oso malayo en la calle San Vicente. Y lo más triste, la muerte de un elefante, Trompy, porque un niño le metía clavos en la comida

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